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Capital Humano

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El gran desapego: ¿Estamos perdiendo la conexión humana en el trabajo?

La desconexión no se mide en gráficos ni aparece en los tableros de negocio, pero se siente en pequeños gestos: colaboradores que cumplen y nada más, equipos que operan en automático y líderes centrados sólo en resultados.

Foto: Especial

En el mundo laboral hay una buena conexión digital, pero una desconexión mental y emocional.Shutterstock

A pesar de que vivimos en un mundo ultra conectado, en algunas empresas algo profundamente humano parece estar rompiéndose. Las personas cumplen con su trabajo, pero sin todo el compromiso. Asisten a las reuniones, pero con la cámara apagada. Entregan los resultados indispensables y se desconectan tan pronto como pueden. Para efectos prácticos están muy bien conectados digitalmente, pero desconectados en mente y emoción.

Este gran desapego es algo mucho más complejo y profundo que la clásica insatisfacción laboral que ya teníamos identificada. Parece una crisis casi existencial que se expande de forma preocupante en el mundo del trabajo.

Tiene una etiología tan intricada, que no se solucionará mejorando los beneficios ni organizando talleres o conferencias motivacionales; la desconexión va más allá. Es un grito en silencio que dice: No sé por qué estoy aquí. No sé si lo que hago importa. No sé si alguien realmente me ve.

¿De dónde viene este gran desapego?

En los últimos años, hemos enfrentado disrupciones constantes que han reconfigurado la forma en que vivimos y trabajamos. La pandemia obligó a cambiar radicalmente la forma en la que trabajamos y vivimos; las crisis políticas provocaron inestabilidad económica y tensiones mundiales; las interrupciones del flujo de la cadena de suministro expusieron las vulnerabilidades del comercio internacional; los consumidores, cada vez más exigentes, demandamos personalización, rapidez, sostenibilidad y responsabilidad social al mismo tiempo.

Y, por si fuera poco, la tecnología está reconfigurando industrias enteras, acelerando aún más el ritmo del cambio. En este escenario, las organizaciones y sus líderes han estado operando bajo presión constante, priorizando la adaptación y la supervivencia, a veces incluso sobre el bienestar humano.

Aunque parece que muchas métricas de productividad son estables, el costo emocional ha sido alto y no puede evadirse más. La desconexión no se mide en gráficos ni aparece en los tableros de negocio, pero se siente en pequeños gestos: colaboradores que cumplen y nada más, equipos que operan en automático y líderes centrados sólo en resultados.

Según Gallup, más de la mitad de los colaboradores a nivel global se sienten desconectados de su trabajo. Eso quiere decir que tú o tus compañeros de al lado están operando en automático, sin involucrarse realmente y sin dar su máximo potencial. Esto es alarmante.

Esta falta de compromiso emocional afecta la productividad, mina la cultura organizacional y deja a las empresas vulnerables ante un futuro incierto. No podemos perder esta batalla.

Factores que alimentan el desapego

El fenómeno del gran desapego no es un capricho de algunos trabajadores. Es el resultado de factores interconectados que moldean la experiencia laboral moderna, estos son algunos de ellos:

1. El cambio en las expectativas por generación

Hoy conviven hasta 5 generaciones en algunas empresas, y las necesidades han cambiado mucho. Es bien sabido que los Millennials y Generación Z buscan más que un salario competitivo: quieren propósito, impacto social y flexibilidad. Si los valores percibidos no hacen clic con ellos, la tendencia hacia el desapego es inevitable.

2. Las culturas laborales transaccionales

Las empresas que priorizan resultados financieros y metas de negocio por encima de las relaciones humanas crean entornos fríos y distantes. Ignorar el bienestar emocional de los empleados abre la puerta a la desconexión. Si yo no te importo, tú menos a mí.

3. El impacto del trabajo remoto mal implementado

El trabajo híbrido, aunque ofrecía flexibilidad, también arrasó con muchas de las interacciones espontáneas que son indispensables para que los equipos sean cohesivos. Las charlas de pasillo, las celebraciones en grupo y las miradas, son elementos que deben atenderse para la construcción de la conexión humana.

4. Liderazgos fríos e ineficaces

Los líderes que huyen a la empatía o se enfocan sólo en el control, fomentan ambientes de desconfianza y frustración. Ya está muy estudiado que la seguridad psicológica es clave para mantener la gente comprometidos y creativos.

¿Cómo se manifiesta el desapego?

El desapego emocional no siempre es evidente y hay que aprender a identificarlo oportunamente. Algunas de las manifestaciones frecuentes son:

  • Apatía: Una falta de entusiasmo e interés general por el trabajo. Voces apagadas, malos modos, bostezos, quejas y escusas.
  • Conformismo funcional: Se hace sólo lo mínimo indispensable para pasar desapercibido. Hay asistencia, pero se aprovecha cada oportunidad para no estar, las relaciones son mínimas y las propuestas nulas.
  • Falta de innovación: Se reduce la creatividad y apertura para asumir riesgos e intentar cosas nuevas. Hago lo que me piden y listo. No invierto tiempo o recursos intelectuales en mejorar.
  • Altas tasas de rotación: Los colaboradores desconectados tienden a buscar nuevas oportunidades pronto y sin miramientos.

¿Por qué algunas empresas sí logran conectar?

No todas las empresas enfrentan esta crisis. Aquéllas que logran mantener a sus colaboradores comprometidos destacan por lo siguiente:

  • Tienen un propósito vivo, claro y bien comunicado: Las empresas que conectan, integran su propósito en la experiencia diaria de la gente. Esto incluye desde cómo se diseñan los roles hasta cómo se celebran los logros, asegurándose de que cada persona entienda cómo su trabajo contribuye a los resultados.
  • Viven culturas humanizadas: En todos los niveles se promueven relaciones auténticas entre colegas, fomentan el respeto y priorizan el bienestar integral (horarios flexibles, días dedicados al autocuidado y programas de apoyo emocional, etc.). Estas empresas no ven a las personas sólo como recursos, porque saben que son el corazón de su éxito.
  • Contratan y entrenan líderes empáticos: Los líderes son los principales agentes de la conexión emocional. Las empresas exitosas invierten en tener líderes empáticos y hacen esfuerzos para ajustarse a las necesidades particulares de cada colaborador, construyendo vínculos de confianza.

Estas organizaciones promueven la transparencia, el respeto y el aprendizaje continuo, permitiendo que las ideas fluyan y que los errores se vean como oportunidades de crecimiento.

La segunda oportunidad para un mejor futuro laboral

Como cualquier síntoma, el gran desapego es una advertencia y también una invitación para cambiar. Nos muestra las fallas del modelo laboral tradicional y nos obliga a replantear las prioridades organizacionales. Lo interesante, es que también nos brinda una oportunidad única: escuchar sin juicio para rediseñar el trabajo como un espacio de propósito, conexión y bienestar. Algo que de todos modos sabíamos que teníamos que hacer.

La conexión humana real es el verdadero motor de la innovación y la resiliencia. El éxito empresarial únicamente tiene sentido si impacta de forma positiva en las vidas de las personas.

Reconectar no es un cambio drástico, sino una recalibración estratégica que requiere voluntad, empatía y determinación. Es un giro de enfoque, una decisión consciente para devolverle al trabajo su esencia humana.

¿Estamos listos para liderar este cambio y construir un modelo laboral más humano, innovador y sostenible?

Mi pasión es innovar para ayudar a crear culturas organizacionales más conscientes y positivas con la gente, cimentando el alto rendimiento sobre la base del bienestar integral. Soy LinkedIn Top Voice – Latam y podcaster.

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