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La mirada agachada de Fernando Vallejo
El talentoso escritor colombiano comparece de nueva cuenta en la XXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde recibió un diploma y un cheque de 150,000 dólares, pero a pesar de ello, Vallejo responde a las preguntas sin levantar la mirada.

Benito Taibo lanza una pregunta. Fernando Vallejo la responde. Marisol Schulz hace otra pregunta. Fernando Vallejo la responde. A pesar de tener ya muchos años en México, el acento colombiano del escritor se mantiene. Alguien del público hace una pregunta. Vallejo la responde. Al igual que cuando leyó su discurso al recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, no levanta la vista mientras habla. Todas las respuestas van dirigidas a sus manos, que parecen sostener las hojas donde lee las respuestas. Pero no puede ser, porque no está leyendo. Sólo es que no levanta la mirada. Y, pese a la falta de contacto visual, la gente lo escucha.
Fernando Vallejo comparece de nueva cuenta en la XXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Es parte del precio que hay que pagar por ser ganador del Premio FIL: recibir un diploma, un cheque por 150,000 dólares que luego dona a dos instituciones que cuidan de los animales , acudir a la proyección de una película, hablar con sus lectores, encontrarse con mil jóvenes en el salón Juan Rulfo. Sobre esto último, la matemática no cuadra: un joven ceñudo, de esos de los que cuidan que nadie esté donde no debe, calcula que en el salón hay más o menos 300 sillas. Se ven muchos en ellas. O sea que ni mil, ni jóvenes. Pero la idea es esa, así que a nadie le molesta. Todos en cambio aplauden cuando entra Vallejo y cuando se hace la entrega de 75,000 dólares para la asociación Animales Desamparados y otro tanto para Amigos de los Animales.
Los encargados de llevar la charla son Marisol Schulz y Benito Taibo. Cuestionan a Vallejo sobre su salida de Medellín, su idea de la literatura no me interesa mucho , sobre la muerte de Dios según Nietzsche no se puede matar lo que no existe . El colombiano-mexicano va y viene en los temas de los que ya tanto ha hablado: la religión, el lenguaje, su interés por la biología, la religión, los animales, la religión, los animales
Benito Taibo anuncia que es la hora de darles la palabra a los jóvenes, que para ellos es el encuentro pero se va de largo y ahora pregunta sobre cómo ha cambiado Colombia los países no cambian , la maldad los muertos no son tantos, no hay que hacer escándalo ni desviar todo al narcotráfico . Vallejo se dice el introductor de la palabra sicario en Iberoamérica y, luego entonces, toma la palabra una joven. ¿México es racista? , pregunta una chica de rubio cabello que sí es joven, pero ya no tanto. México es inmensamente tolerante, un país libre donde se puede hablar sin temor , contesta Vallejo.
Otra chica toma la palabra. Habla de las corridas de toros, los rastros, del abuso del ser sintiente [sic] y dice que los que comemos carne somos tumbas ambulantes de los animales . Vallejo, la mirada agachada, responde: habla de la venda moral impuesta por la iglesia Católica y que hace del hombre cruel contra los animales. Pasa del rastro a Roma en apenas un segundo. Da una clase de Cristianismo desde el no-Cristianismo. Concluye: Hay que volver a la ley del Talión, pero mejorada: un ojo por dos. Si alguien te saca un ojo, hay que sacarle los dos. Si alguien mata, como no se lo puede matar dos veces, hay que matar también a su madre .
Un hombre que dice que en Cabo San Lucas lo conocen como Dog Lover pide la palabra. Pregunta a Vallejo si se está censurando luego del revuelo que causaron sus primeras declaraciones en Guadalajara. El escritor responde: Esto es una feria libre. Nadie me ha dicho que no diga nada . Israel Acosta toma la palabra. La ha pedido casi toda la ronda de preguntas. Lo que diga, será lo último que se le pregunte a Vallejo. La suelta: Acabo de visitar Medellín y es una ciudad muy diferente a la que usted describe . Vallejo le da una repasada: Conociste la ciudad de la rumba, de los edificios nuevos. No viste las comunas que están en el cerro. Colombia es un fracaso. No conociste Medellín .
La sesión se acaba. Los asistentes, que no eran mil ni eran todos jóvenes, abandonan la sala. Vallejo, por fin, levanta la cara para salir del salón. Sus días en la FIL de Guadalajara llegan a su fin.