En la FIL colocan al libro como el contrapeso de quienes detentan el poder

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL Guadalajara) está de vuelta en la plenitud que no pudo tener en las últimas dos ediciones. Desde su primer día de actividades, el sábado, el encuentro editorial más importante en habla hispana se reafirmó como un foro para la multiplicidad de voces.

La edición arrancó con sendos discursos del presidente de la FIL, Raúl Padilla, y el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, en defensa del valor de este encuentro editorial como patrimonio universitario y foro para el contraste de las ideas, mismo que el sábado fue cercado por una cadena humana integrada en su mayoría por estudiantes universitarios, ante un grupo de manifestantes que gritaban arengas en contra de la administración de la feria, al tiempo que al interior se llevaba a cabo la inauguración.

Raúl Padilla señaló que hace 36 años la FIL Guadalajara “se creó en un país todavía sumido en crisis económicas recurrentes, con un régimen autoritario de partido único y centralizado culturalmente. Por eso nuestra feria nació como una plataforma cultural sí, pero también educativa y de libertad de pensamiento. Hoy que prácticamente estamos relanzando nuestra feria después de la pandemia, algunas señales de aquella época parecen hacerse presentes de nuevo (…) decirle a los que detentan el poder, que no se engañen, sus ropajes no existen, en realidad van desnudos”.

Y añadió que los libros “suelen ser incómodos para el poder” y que “la autonomía universitaria, la libertad de imprenta y la libertad de expresión no son dádivas de gobernantes benévolos”.

Por su parte, Villanueva Lomelí declaró que “la FIL es más grande que los delirios de grandeza de cualquier individuo”.

Premiados alzaron la voz

El libro como contrapeso de los desbalances del poder a lo largo de los siglos ha sido tema de varias de las voces que se han escuchado en los primeros dos días de la feria.

El poeta y novelista rumano Mircea Cărtărescu, después de recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, ofreció un discurso sobre el irrenunciable papel de los poetas como portadores de las voces subversivas contra los gobiernos totalitarios.

Mencionó que “la poesía es otro nombre para la libertad”, puesto que el poeta “no es perseguido y asesinado únicamente como un simple contestatario de cualquier orden y de cualquier sistema social, sino también como una voz de lo incognoscible y de lo indomable que el filisteo, el burgués, el hombre materialista teme más que cualquier otra cosa”.

A la voz de Cărtărescu se sumaron este domingo las de los escritores investidos con la Medalla Carlos Fuentes 2022, la española Irene Vallejo y el argentino Alberto Manguel, quienes se encargaron de abrir el Salón Literario de la edición, moderados por la escritora Rosa Beltrán, y colocaron en el centro de su conversación al libro como el mayor contrapeso del poder político.

“La biografía del libro sería una novela negra”, señaló Vallejo, autora del libro El infinito en un junco —uno de los más grandes éxitos literarios de los últimos años—, “la biografía del libro sería una novela negra siempre llena de enemigos acechantes en la sombra que están buscando la forma de controlar, de mantener silenciados ciertos libros, sobre todo de elegir quiénes son las personas que leen. Esa es una constante a lo largo de los siglos (...) hay un poder enorme de emancipación en la lectura y eso ha hecho que en muchas dictaduras, e incluso en sociedades que imaginamos abiertas, haya una gran resistencia a la expansión de la lectura”.

Y el autor de Una historia de la lectura, otra obra fundamental sobre el valor imperecedero del artefacto impreso señaló “lo peligroso que es ese poder para gobiernos totalitarios”. Puso el caso y la obra del indio-británico Salman Rushdie como “la demostración del peligro que significan los libros para los gobiernos”.

Sharjah y la cultura árabe en el foco de la FIL 2022

El emirato de Sharjah, capital cultural de Medio Oriente y en 2019 Capital Mundial del Libro, título que este año ostenta Guadalajara, finalmente pudo concretar su presencia en el encuentro literario después de la imposibilidad presencial de 2020.

El mundo de los libros juega un papel especial para promover la comprensión; no son los políticos sino los lectores, los escritores, los ilustradores, los impresores, quienes comunican los valores culturales. Es a través de esos libros que mantenemos una comprensión cultural vibrante”, declaró el jeque Fahim Al Qasimi, presidente ejecutivo del Departamento de Relaciones Gubernamentales de Sharjah, cuya delegación se compone por 150 miembros que traen a nuestro país lo mejor de su literatura, ciencia y arte.

Un par de mesas a destacar:

FIL Pensamiento: “Un mundo en crisis: ¿el fin de la era de las democracias?”

“La crisis bélica, climática y económica: los límites de las democracias para procesar la incertidumbre”

Participan: Yolanda Díaz Pérez, Alejandro Gaviria, Daniel Innerarity, Gilles Lipovetsky y Martha Delgado

Auditorio Hilton, 29 de noviembre, 17:00 horas

“El Estado y las audiencias contra los medios: cómo el discurso desde el poder legitima la violencia contra el periodismo”

Participan: Leopoldo Maldonado, Alejandro Ibarra Chaoul, Daniel Moreno, Jorge Zepeda Patterson y Sandra Barba

Auditorio Hilton, 29 de noviembre, 19:00 horas

Vuelven las grandes cifras de la FIL:

800,000 asistentes se esperan durante los nueve días del encuentro

43,000 metros cuadrados de extensión

400,000 títulos en exhibición de 1,500 editoriales

12,000 editores y profesionales del libro de 43 países

600 autores de 45 países, al menos, acudirán a la FIL Guadalajara

ricardo.quiroga@eleconomista.mx