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Opinión

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De la fayuca a la competencia: lo que una generación no recuerda

Javier Núñez Melgoza | Competencia y mercados

En una clase reciente sobre competencia económica discutíamos cómo la rivalidad entre empresas se traduce en precios más bajos y mayor variedad. En ese momento, un alumno preguntó cómo se concilia ese efecto con los aranceles, que en principio encarecen los productos. La pregunta abrió la puerta a un recuerdo personal y a un descubrimiento inesperado: la fayuca, término utilizado cotidianamente por mi generación, es una palabra prácticamente desconocida por los jóvenes de hoy.

Cuando tenía la edad de mis estudiantes —cuatro décadas atrás—, comprar un par de tenis era una experiencia difícil. La oferta era limitada, la calidad desigual y las marcas internacionales llegaban de forma esporádica. En México existía una estructura regulatoria restrictiva que limitaba la oferta de bienes de consumo. En ese entorno, los productos que no podían importarse de manera formal se vendían como fayuca, es decir, contrabando, en mercados informales como tianguis o bazares.

Cuando conté esta historia en clase, el grupo se sorprendió. El país que les describí no se parece al que conocen. Ese contraste generacional es revelador: muestra la profundidad del cambio económico que México ha vivido en las últimas décadas.

¿Por qué se dice que los aranceles “protegen” a la industria? En términos sencillos, al elevar el precio de los bienes importados, otorgan un margen de maniobra a los productores nacionales. Ese margen reduce la presión competitiva, permite ajustar precios o mantener estructuras menos eficientes sin perder participación. El mecanismo, sin embargo, tiene costos: menor variedad, pocos incentivos para innovar y precios más altos para los consumidores.

Esa era la economía que marcó el consumo durante buena parte del siglo XX: un país cerrado, con opciones acotadas y con un aparato productivo poco competitivo. La fayuca funcionaba como una válvula de escape: una respuesta imperfecta a la escasez de alternativas en el mercado formal.

El panorama se transformó a partir de la apertura comercial. La reducción de aranceles, la eliminación de permisos y la liberalización del comercio crearon un entorno de mercado más dinámico. Las tiendas se llenaron de productos antes inaccesibles, la variedad aumentó y los precios disminuyeron, como reflejo de una competencia más intensa. La palabra fayuca, de uso común por décadas, se desvaneció porque las condiciones que le daban sentido empezaron a desaparecer.

Los jóvenes de hoy crecieron en un país donde elegir entre múltiples marcas es parte natural de la experiencia de consumo. Esa normalidad es uno de los cambios económicos más significativos de las últimas décadas. Recordar cómo era comprar unos tenis hace cuarenta años no es un ejercicio de nostalgia, sino una manera de ilustrar cómo las reglas del comercio y la estructura del mercado inciden en la vida cotidiana.

Como sucede en cualquier economía, en distintos momentos se revisan políticas comerciales y se diseñan apoyos para sectores específicos. Es un proceso legítimo y, en ocasiones, necesario para facilitar las transiciones tecnológicas, fortalecer cadenas de valor o enfrentar disrupciones externas. No obstante, la experiencia histórica subraya la importancia de preservar el equilibrio: los incentivos a la producción deben coexistir con un entorno competitivo que mantenga abiertas las opciones para el consumidor.

Mis alumnos no utilizan la palabra fayuca. Espero que no la necesiten. Que hoy podamos prescindir de esa palabra sintetiza una transformación profunda: mercados más abiertos, mayor acceso a bienes y un escenario competitivo que amplía las posibilidades de elección. La historia de los tenis es una ilustración sencilla que recuerda una verdad básica: cuando los mercados se abren y funcionan adecuadamente, los beneficios se reflejan en mejores precios, calidad e innovación. Mantener el equilibrio entre el impulso productivo y la competencia es el mejor camino para que las próximas generaciones sigan viendo como algo natural lo que para muchas familias fue, durante años, una excepción.

*Especialista en competencia económica y regulación. Socio Director de Ockham Economic Consulting.

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Consultor en Competencia Económica y Regulación, además es profesor universitario.

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