Somos mayoría

En un país de 131,715,027 habitantes, los 35,924,519 que votaron por la coalición “Sigamos Haciendo Historia” de Claudia Sheinbaum son muchísimos pero NO son mayoría. Es cierto que ningún presidente de México había ganado con esa cantidad de votos. Aún así, somos mayoría quienes no votamos por esa coalición.

En un padrón electoral con 100,033,050 de votantes (cuya lista nominal es de 99,084,188 de acuerdo al INE), los 35,924,519 de votos representan el 35.9% del padrón electoral. Sin duda es una cifra muy alta, pero NO son mayoría.

Esto significa que, independientemente de por quién hayas votado ó, si no votaste, somos 64,108,531 (dentro del padrón electoral) los que NO votamos por quien resultó ganadora. Si sumamos a quienes no están incluidos en el padrón electoral por la razón que sea, entonces somos 95,790,508 de mexicanos que NO votamos por la coalición ganadora.

¿Por qué es tan importante poner estas cifras en perspectiva? Porque si bien es cierto que la presidenta electa tiene un enorme apoyo, somos más los mexicanos que, por distintas razones, no votamos por ella. Ya sea porque millones son menores de edad y otros muy mayores, porque fueron varios millones los que decidieron no votar o votar por alguna otra opción política; repito, la realidad es que ,quienes le dieron el triunfo a la presidenta electa, son muchísimos pero NO son mayoría.

Resulta fundamental ser muy claros con las cifras pues, así como ninguna victoria es definitiva, por aplastante que parezca, tampoco ninguna derrota es definitiva por abrumadora que se sienta. Esto hay que pensarlo claramente, decirlo fuertemente y sentirlo cabalmente.

Muchos de quienes hoy se ubican de lado de la opción que resultó ganadora, insultan, agreden, menosprecian y denostan a quienes estamos del otro lado. Su tono desafiante pretende hacer sentir que poco o nada se puede hacer frente a una realidad que es contundente, independientemente de la forma en que sucedió.

“La primera condición para ganar cualquier guerra…”, nos dijo siempre nuestro querido amigo Roger Pardo-Maurer, quien fuera subsecretario adjunto de Defensa de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, “es que la moral esté alta.”

Hoy, por razones muy obvias, la moral de millones de mexicanos en la oposición está lastimada por todo lo que ha sucedido durante estos años, no sólo el día de las elecciones. Si bien es cierto que sobran razones para sentirse abrumados, en realidad es hora de levantar la frente y ver mucho más allá del momento que hoy consume gran parte de nuestros pensamientos y nuestra energía.

No somos pocos, ni somos unos cuantos. La inmensa mayoría de los mexicanos no votamos por quien resultó ganadora. Somos mayoría quienes queremos vivir en un México seguro y en paz, quienes deseamos que se respete la vida de todos los mexicanos en todas sus etepas hasta la muerte natural. Somos millones quienes deseamos vivir en libertad y poder elegir quienes queremos ser, qué queremos hacer, qué queremos tener y estar en condiciones de lograrlo.

Somos mayoría quienes queremos un México donde nuestros niños y jóvenes reciban la mejor educación y que cualquier persona que se enferme pueda ser atendida dignamente con los ciudados, medicamentos y tratamientos necesarios. Somos mayoría quienes queremos trabajar y poder gozar el fruto de nuestro esfuerzo sin miedo a que nos roben, nos extorsionen o nos arrebaten a algún familiar en cualquier momento, en cualquier rincón del país.

Somos mayoría quienes queremos que los niños y jóvenes crezcan en un ambiente sano, donde puedan soñar y esforzarse para hacer realidad lo que quieran; somos mayoría quienes deseamos vivir en un país donde la integridad, la legalidad y el orden no sean utopía sino la realidad de todos. Somos mayoría los que queremos un desarrollo económico incluyente, porque claro que sí podemos crecer y prosperar juntos.

Somos mayoría quienes no queremos vivir en un México donde reinen la corrupción y la impunidad. Queremos que la justicia no sea selectiva y que, quienes la hacen, de verdad la paguen. Somos mayoría quienes queremos que, cualquier mexicano, sin importar dónde o cómo haya nacido, pueda salir adelante y tenga las condiciones para aspirar a una vida mejor.

Si no me creen, recuerden esos episodios en los que los mexicanos hemos sacado lo mejor de nosotros mismos para ayudar a nuestros hermanos ante desastres naturales, pandemias o problemas de cualquier dimensión. Hoy, muchos nos quieren hacer creer que la polarización es irreversible y que las divisiones son irreconciliables, no lo creo.

Por razones que habrá que analizar y comprender a fondo, quizás por la falta de opciones para sentirnos realmente representados o por mero rechazo a un sistema político podrido, caduco y obsoleto; esta mayoría de mexicanos no se expresó en las urnas de manera clara y contundente.

Como ciudadano consciente de esta realidad desafiante, estoy convencido que sí podemos unirnos, que sí podemos dejar de ver todo lo que nos divide para poner nuestra atención en todo lo que nos une y que es, mucho más grande y más fuerte. No me resigno a creer que todo está perdido ni a sentirme parte de una minoría aplastada por voces que buscan intimidar a quienes piensan diferente.

Es momento de (RE)conciliarnos y (RE)encontrarnos, es momento de soñar juntos y construir las opciones que hoy no existen para hacer posible ese México que queremos la mayoría. Hay mucho que pensar pero no podemos tardarnos tanto. Lo más importante es tomarnos de la mano de Dios, respirar profundo y, con la esperanza renovada, empezar a dar pasos en la dirección correcta hasta lograrlo.

Por favor recuérdalo todos los días y recuérdaselo a todas las personas que te rodean. Podemos sentirnos agobiados pero NO hemos sido ni seremos derrotados. Dios está con nosotros y su fuerza es suficiente para emprender una nueva aventura. Somos la mayoría que puede salvar a México.