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Después de la visita
La clave está en la responsabilidad individual de actuar para transformar la realidad. La peor tentación es la resignación ante el estado de las cosas.
Concluida la intensa visita papal, toca ahora digerir el cúmulo de mensajes y exhortos para aterrizarlos a la realidad del país.
No hay que descartar que, si bien la cifra ha ido en descenso, 92.9 millones de mexicanos, esto es ocho de cada 10, profesan la religión católica. En los estados visitados por el papa, este número sube a nueve, en Michoacán, y baja a casi seis, en Chiapas(*).
De ese tamaño era la audiencia y de ahí la importancia del evento. El solo itinerario fue reflejo de cómo este jesuita concibe su misión pastoral y social: encuentros con autoridades políticas, obispos y religiosos, niños y jóvenes, enfermos, indígenas, marginados, familias, empresarios y trabajadores, presos y migrantes.
Para todos, mensajes de esperanza y cercanía. Pero palabras duras y directas para las cabezas políticas, religiosas y civiles.
A los dirigentes políticos y sociales les recordó que el desarrollo del país no es sólo un asunto de leyes que requieran actualizaciones y mejoras (...) sino de una urgente formación de la responsabilidad personal .
Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, advirtió, la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, narcotráfico, exclusión de culturas diferentes, violencia e incluso tráfico de personas, secuestro y muerte .
A los obispos les dijo que no se necesitan príncipes y les exigió no dejarse corromper por el materialismo trivial, ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos por debajo de la mesa , ni poner su confianza en los carros y caballos de los faraones actuales .
A los empresarios les recordó que el paradigma de mayor utilidad económica a cualquier costo provoca la pérdida de la dimensión ética en las empresas y olvida que la mejor inversión que puede hacerse es en la gente, en las personas y las familias .
¿Qué México queremos dejarle a nuestros hijos?, ¿qué atmósfera van a respirar? preguntó el papa. Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, renovación o cambio.
La clave está en la respuesta personal, en la responsabilidad individual de actuar desde la circunstancia particular para transformar la realidad. La peor tentación, Francisco dixit, es la resignación ante el estado de las cosas.
(*) Inegi. Panorama de las religiones en México 2010 .
Twitter: @veronicaortizo