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Recetas para las posadas: Atole de guayaba, tradición y sabor en una taza
Una olla de atole de guayaba sigue siendo sinónimo de abrigo y convivencia. Te contamos brevemente su origen y cómo preparar en casa esta receta cremosa y perfumada para compartir.
El atole forma parte del ADN culinario mexicano desde tiempos prehispánicos, cuando se preparaba a base de maíz nixtamalizado y agua como una bebida espesa que alimentaba y reconfortaba. Con la llegada de los españoles se añadieron ingredientes como azúcar, leche, canela y frutas, y poco a poco dejó de ser sólo sustento para convertirse también en bebida festiva.
Cuando, en el siglo XVI, comienzan a celebrarse las posadas ligadas a las misas de aguinaldo, el atole se integra de manera natural a estas noches frías de diciembre: es caliente, rendidor, económico y fácil de servir en patios, vecindades y calles. Desde entonces, compartir una taza de atole después de cantar la letanía se volvió una escena habitual en todo el país.
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¿Por qué atole de guayaba en las posadas?
Entre todos los sabores posibles, el atole de guayaba se ganó un lugar especial en el calendario decembrino. La razón es simple: la guayaba es una fruta de temporada, económica, muy aromática y ya protagonista de otra receta emblemática de estas fechas, el ponche navideño.
Ingredientes (para 6–8 tazas):
8–10 guayabas maduras (aprox. 1 kilo)
1 litro de agua
1 litro de leche (entera o la de tu preferencia)
¾ a 1 taza de azúcar (ajusta según qué tan dulce lo quieras)
½ taza de fécula de maíz (maicena)
1 raja de canela
1 pizca de sal
Opcional: 1 cucharadita de extracto de vainilla
Paso a paso:
1. Cocer las guayabas
Lava muy bien las guayabas y córtalas en cuartos, sin quitarles la cáscara. Colócalas en una olla junto con el litro de agua y la raja de canela. Cocina a fuego medio hasta que la fruta esté muy suave, unos 15–20 minutos.
2. Licuar y colar
Retira la raja de canela. Deja entibiar un poco y licúa las guayabas con el líquido de cocción hasta obtener un puré homogéneo. Si no te gustan las semillas, cuela la mezcla con un colador fino para que el atole quede más terso.
3. Integrar leche y endulzante
Regresa el puré colado a la olla. Añade la leche, el azúcar y una pizca de sal. Mezcla bien y calienta a fuego medio, moviendo ocasionalmente para que no se pegue en el fondo.
4. Espesar con maicena
Disuelve la fécula de maíz en ½ taza de agua fría o leche fría, procurando que no queden grumos. Cuando la mezcla de guayaba y leche esté caliente (sin hervir de forma violenta), incorpora poco a poco la maicena disuelta mientras revuelves con una cuchara de madera o un batidor de globo.
5. Ajustar la textura
Cocina a fuego bajo–medio, sin dejar de mover, hasta que el atole espese y tenga una textura cremosa, unos 8–10 minutos. Si lo prefieres más espeso, agrega un poco más de maicena disuelta; si lo quieres más ligero, corrige con un poco de leche caliente.
6. Probar, rectificar y servir
Prueba de azúcar y ajusta si es necesario. Si decides usarla, añade la vainilla al final y mezcla. Sirve bien caliente en tazas resistentes o jarritos de barro.
Llevarla al atole tiene varias ventajas:
Aporta un aroma intenso que perfuma la casa entera.
Da un color rosado muy reconocible, asociado a las fiestas de fin de año.
Su ligera acidez equilibra el dulzor del azúcar y la leche, evitando una bebida empalagosa.
Por eso, en muchas posadas se sirve al menos una noche atole de guayaba: es una forma sencilla de darle un sello especial al menú sin complicar la logística.