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Bistronomie

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Recetas para pertenecer: cómo la cocina puede unir a migrantes y refugiados en México

El chef Eduardo “Lalo” García abrió Máximo Bistrot para una conversación necesaria: cómo la cocina puede convertirse en refugio y herramienta de integración para migrantes, refugiados y personas retornadas.

En 2011, tras el tsunami que devastó Japón, el gobierno repartió estufas de gas en los refugios. La lógica era clara: antes de reconstruir edificios había que reconstruir la vida cotidiana, y nada lo lograba mejor que cocinar en familia. Esa imagen se retomó en la mesa redonda Recetas para pertenecer, celebrada en Máximo Bistrot, donde el chef Eduardo “Lalo” García convirtió su lugar en escenario de una conversación distinta. Aquí, la migración y el desplazamiento no se midieron en cifras, sino en historias, y la gastronomía se mostró como lo que es: refugio, memoria y pertenencia

Eduardo “Lalo” García: la memoria de un migrante

“Tenía nueve años la primera vez que crucé la frontera”, recordó Lalo. Creció en Estados Unidos, trabajó en el campo y conoció la precariedad y la discriminación. Fue deportado, y de regreso en México caminó meses buscando empleo en hoteles y restaurantes que nunca lo contrataron.

Su historia mostró el rostro de miles de familias campesinas desplazadas por la falta de oportunidades y por un campo envenenado. “Invertir un millón y medio en maíz y recuperar apenas 800,000 no tenía sentido. Así, todos se iban. Mi padre murió de cáncer por los agroquímicos, yo perdí el pelo por los químicos que nos rociaban”, confesó.

Hoy, convertido en uno de los chefs más influyentes del país, no olvida esa memoria: “Si la industria restaurantera se organiza, aunque sea una vez al año, para apoyar a los niños migrantes, el impacto sería enorme. La cocina tiene ese poder: abrir puertas, aliviar el desarraigo y devolver dignidad”, asegura.

Voces que amplían la conversación

La mesa fue moderada por el periodista Javier Risco, quien abrió el diálogo con una idea contundente: hablar de migración desde la cocina tiene otro sabor, uno que llama a la conciencia y a la acción.

Claudia Masferrer, investigadora de El Colegio de México, subrayó que la integración no es automática: “Es un proceso de doble vía que requiere compromiso tanto de quienes llegan como de la sociedad que los recibe”, y urgió a generar políticas que garanticen vivienda, empleo, salud y educación.

Por su parte, Miguel Ramírez Sandi, coordinador de Incidencia Política en Save the Children México, recordó que niñas y niños migrantes “no son responsables de los contextos que los obligan a desplazarse. La cocina puede convertirse en un espacio de cuidado, pertenencia y resiliencia”.

Mientras que Alejandra Carrillo Soubic, jefa de la oficina de ACNUR en Ciudad de México, recalcó que México ya no es solo país de tránsito, sino destino para miles de refugiados: “La gastronomía es un espacio de encuentro y creación colectiva. Puede ser la vía para que las personas refugiadas reconstruyan su vida aquí”.

Mesa redonda en MáximoCortesía

Cocinas que salvan y transforman

La mesa se llenó de ejemplos donde la cocina no solo alimenta, literalmente también salva.

Como ejemplo se hablo de un albergue en la Ciudad de México, donde un adolescente refugiado convirtió su historia de violencia en pan. Sus conchas, horneadas con disciplina y memoria, hoy son premiadas como unas de las mejores de la ciudad. Su taller de panadería se transformó en un refugio donde otros jóvenes y mujeres revelan sus historias y encuentran fuerza colectiva.

También se mencionó a las familias refugiadas de Gaza que sueñan con abrir una cafetería en México. Su meta no es solo vender café, sino mostrar que su tierra no se reduce a la guerra, sino que guarda sabores, tradiciones y hospitalidad.

La conclusión fue unánime: la gastronomía tiene un papel clave en la integración. Desde restaurantes pequeños hasta grandes grupos, la industria puede abrir espacios de empleo y dignidad para migrantes y refugiados. “Detrás de cada plato hay un esfuerzo, un sueño y mucho valor”, afirmó Lalo García.

Periodista gastronómica. Ha colaborado en medios como Reforma, Uno Tv, Revista Fortuna, Contralínea, El Universal, Food and Travel y El Heraldo de México, en donde fundó en 2017 Gastrolab, ganador de Mejor Medio de Comunicación gastronómica en 2023 por Vatel Club México. Ganadora de la beca Women Deliver 2019.

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