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Entre pasado y futuro: La mirada de José Moro en Cepa 21
Con Cepa 21, José Moro impulsa un cambio de estilo en Ribera del Duero: tintos más inmediatos con fruta vibrante, resultado de investigación en campo y bodega.
Para José Moro, presidente de Bodega Cepa 21, el vino de hoy debe hablar otro lenguaje.
“Ya hay muchos consumidores que no buscan tintos de Ribera del Duero, tan dominados por la madera. Ahora piden vinos con más fruta y elegancia”, señala.
La transformación inicia en el campo. Moro explica que las maceraciones son ahora más cortas y que el color se obtiene con precisión, sin necesidad de largas crianzas. “Ya no hay que dejarlos mucho en botella; queremos vinos vivos”, dice.
El ciclo vegetativo de la vid también recibe mayor atención. Las podas en verde y despuntes se hacen con cuidado.
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“La uva debe sentirse libre”, asegura. Además, la bodega investiga a fondo el suelo y sus microorganismos: entender lo que ocurre bajo tierra es vital, ya que estos organismos ayudan a que el agua sea más asimilable por la planta.
Las condiciones climáticas actuales obligan a un manejo constante. España ha vivido añadas de calor extremo que estresan a la planta, y otras con exceso de lluvia que provocan podredumbre en la uva. En 2024, por ejemplo, sembraron cubierta vegetal para absorber la humedad. “No basta con la tecnología, hay que pasear por la viña, mirar, tocar y catar las uvas”, recalca Moro.
José Moro
Su fórmula para la calidad es clara: el equilibrio de un triángulo entre alcohol, acidez y materia fenólica.
Cuando la uva llega a bodega, el protocolo es enfriarla al máximo para mejorar su conservación. Después se analizan a detalle: parámetros técnicos, evolución y potencial. Esta metodología permite crear vinos definidos por la fruta y la frescura, pero con estructura suficiente para reflejar Ribera del Duero.
Viñedos con historia
Cepa 21 se ubica en Castrillo de Duero, a siete kilómetros de Peñafiel. Aunque el clima puede parecer homogéneo en la denominación de origen, Moro recuerda que basta subir 200 metros de altitud para percibir diferencias notables.
El 35% de la fruta proviene de viñedos propios y el resto se compra, pero siempre de parcelas seleccionadas. Algunos de los viñedos son centenarios, con racimos más sueltos y morfología única; esos clones se utilizan para nuevas plantaciones, preservando su carácter histórico.
Justamente las etiquetas de Cepa 21 reflejan esa dualidad: modernidad y tradición. Cepa 21, el vino que da nombre a la bodega, nace de sus paseos de infancia con su padre entre las viñas: “Fue ahí donde aprendí a querer al vino”, recuerda.
Cepa 21
Malabrigo evoca aquellas podas en pleno frío castellano, donde su padre trabajaba con guantes y coraje. “Había que comer y beber vino para tener valentía”, dice.
Horcajo representa dos laderas que suben al páramo. La etiqueta muestra a un hombre arando, recuerdo de los domingos en que José acompañaba a su padre con el almuerzo antes de regresar a misa.