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Bistronomie

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Ginger Elizabeth: Cacao en manos de una de las mejores chocolateras del continente

Desde Sacramento, California, la maestra chocolatera fusiona arte, técnica y territorio. Con cacao amazónico, nueces californianas y una ética basada en el origen, transforma cada pieza en una declaración de identidad y empatía.

Entrar al universo de Ginger Elizabeth Hahn es como sumergirse en una de sus propias creaciones. Frente a ti, un despliegue de barras de chocolate, bombones, macarons con colores vibrantes y postres donde cada capa cuenta una historia dulce, pero donde la verdadera fuerza motriz es ella. 

Habla con la velocidad y la pasión de quien tiene mil ideas por minuto, saltando de la compleja ciencia de una emulsión de ganache —que describe como "una multiplicación de agua y grasa, como la mayonesa" — a la anécdota de cómo negocia la compra de frambuesas con un agricultor al lado de la carretera, en lo que describe con humor como si fuera "un negocio de drogas".

Esta energía, un torbellino creativo que parece inagotable, es el motor de su marca y, a la vez, el reflejo de su vida como madre de adolescentes y empresaria. "La gente me dice '¿Qué pasa con tu cerebro?' y yo digo '¡No sé!'", admite con humor. 

Es precisamente ese caos brillante y multifacético lo que le permite dirigir una empresa próspera sin perder la chispa. Pero detrás de esa espontaneidad hay un método, una precisión casi científica. Ella no solo mezcla ingredientes; orquesta un encuentro de varios mundos. 

Ginger Elizabeth: la precisión del cacao en una de las mejores chocolateras del continenteCortesía

Su obsesión es la combinación de texturas y temperaturas, una filosofía que explica con un ejemplo inesperado: el banana split sundae. "Tienes cuatro temperaturas diferentes... esto hace que tu cerebro explote y quiera más. Es literalmente una adicción".

El camino de una maestra: de Julia Child a un manifiesto propio

Esa misma intensidad la ha guiado en su carrera. Su vocación nació a los 14 años, trabajando en la zona manzanera de Apple Hill. Su talento la llevó a la escuela culinaria de Santa Bárbara, donde con solo 18 años, una leyenda viva probaba sus postres: Julia Child. "Julia Child vivía en Montecito, justo al lado de Santa Bárbara. Solía venir a comer mis postres".

En una cena, Hahn le pidió consejo. "Le pregunté sobre becas y me dio una lista de la IACP (Asociación Internacional de Profesionales Culinarios). Tiempo después en mi cuarto año de escuela culinaria, gané la gran beca de 10,000 dólares de Julia Child".

Siguiendo ese impulso, se formó en el prestigioso Culinary Institute of America y fue una de las primeras empleadas del maestro chocolatero Jacques Torres para su pasantía. Sin embargo, tras la formación de élite, vivió la dureza de las cocinas profesionales en Nueva York y Chicago. "No estaba en un ambiente seguro", confiesa. 

Ginger Elizabeth: la precisión del cacao en una de las mejores chocolateras del continenteCortesía

Esa experiencia forjó su manifiesto: construir un negocio donde su equipo pudiera crecer en un entorno protegido y educativo. Sin un centavo, comenzó "Couture Chocolates by Ginger Elizabeth" con una tarjeta de crédito de 2,500 dólares , justo antes de la gran recesión de 2008.

La tierra como brújula 

La filosofía de Ginger Elizabeth se ancla en la tierra. Su devoción por los ingredientes la ha llevado a explorar sus orígenes, especialmente en Latinoamérica. Un viaje a Ecuador, realizado durante una estancia en la Ciudad de México, marcó un antes y un después. Allí conoció a los productores de su chocolate amazónico, una cooperativa de 800 granjas familiares. 

Descubrió con fascinación la certificación "Chakra Mama", que reconoce a las fincas lideradas por mujeres, quienes son el pilar de la tierra y de sus familias. "Alrededor del 65% de los agricultores que contribuyen a esta cooperativa tienen esa certificación", explica con orgullo. De este cacao nace su bombón Palet d'Or, cuyo nombre significa "lingote de oro" y que antes cubría con oro de 24 quilates.

Ginger Elizabeth: la precisión del cacao en una de las mejores chocolateras del continenteCortesía

Y en esa búsqueda de autenticidad, encontró inspiración en un sabor muy nuestro. Queriendo destacar la nuez de California, un ingrediente que de niña no le gustaba porque su madre no las tostaba... A partir de esa memoria afectiva, desarrolló su aclamado Walnut Shortbread, una compleja pieza que lleva praliné de nuez (nueces tostadas y azúcar caramelizado molidos juntos ) y trozos de galleta para darle una textura crujiente inigualable.

La obsesión por el origen

Su compromiso va más allá de un solo ingrediente. Habla con la misma pasión de sus avellanas, que obtiene de una agricultora en Oregón "porque simplemente no crecen en California" , o del aceite de oliva de Yolo, donde el granjero cosecha y prensa el fruto de sus 1,800 árboles en la propia finca. 

Esta dedicación roza lo heroico en el caso de sus helados. En California, las regulaciones para hacer helado desde cero son tan estrictas que casi nadie lo hace. Sin embargo, ella montó su propia planta de helados con licencia. "Tengo un inspector que viene cada tres meses. Usamos equipos casi arcaicos. Es una locura, pero lo hago por amor al buen helado".

El chocolate como manifiesto

Desde su taller en el Midtown de Sacramento, California, Ginger Elizabeth Hahn demuestra que el chocolate puede ser un acto de rebelión y una herramienta de enseñanza. 

En el corazón de lo que ella misma llama una "cornucopia" , la despensa agrícola más rica de Estados Unidos, su manifiesto es claro: honrar cada fruto que da la tierra, desde las nueces de Full Belly Farms hasta la leche de las cooperativas de Petaluma

Ginger Elizabeth: la precisión del cacao en una de las mejores chocolateras del continenteCortesía

Su misión, que trasciende la confitería a través de sus talleres para más de 10,000 alumnos y su aclamado libro de cocina (The Macaron Cookbook), es una prueba de que se puede liderar con la empatía.

Cada uno de sus chocolates no es solo una muestra del sabor californiano, sino una declaración, una historia de resiliencia y un homenaje a las mujeres —desde la "Chakra Mama" del Amazonas hasta sus empleadas y ella misma— que han encontrado en el alimento más dulce su forma de cambiar el mundo.

Periodista gastronómica. Ha colaborado en medios como Reforma, Uno Tv, Revista Fortuna, Contralínea, El Universal, Food and Travel y El Heraldo de México, en donde fundó en 2017 Gastrolab, ganador de Mejor Medio de Comunicación gastronómica en 2023 por Vatel Club México. Ganadora de la beca Women Deliver 2019.

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