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Crucifixión y democracia
Zagrebelsky reflexiona sobre el frecuente recurso a utilizar la voz del pueblo como coartada de decisiones contrarias a la esencia democrática.
A tono con los días de guardar, releo un libro del ilustre constitucionalista italiano Gustavo Zagrebelsky, cuyo título tomo para este artículo.
Se trata de un provocador análisis de los momentos que antecedieron a la pasión de Jesús de Nazaret: para evadir una indeseable confrontación política con el Sanedrín de Jerusalén, Pilatos "escogió otra posibilidad e inició un procedimiento 'democrático' apelando al pueblo".
La decisión final se asumió en medio del fanatismo de una turba que sólo se apaciguaría con la condena y ejecución del procesado.
A partir de ahí, Zagrebelsky reflexiona sobre la calidad de la democracia y el frecuente recurso a utilizar la voz del pueblo como coartada de decisiones contrarias a la esencia democrática.
Incluso ahora, "con el desarrollo tecnológico y los cambios que ofrece en las relaciones entre gobernantes y gobernados, se hace posible que puedan parecer democráticas formas de gobierno más bien autoritarias."
"Peor aún, este cambio se presenta bajo el signo de mayor respeto a la voluntad del pueblo soberano. La ambigüedad es la característica que define mejor la democracia de nuestro tiempo".
Por ello hay que preguntarse quién sirve a la democracia y quién se sirve de ella, a fin de separar los verdaderos de los falsos amigos de la misma.
Según el autor, se puede afirmar que quienes más ensalzan al pueblo lo hacen para utilizarlo, como un concepto instrumental de la democracia. "Cuanto más grande es el halago, tanto mayor el interés".
Frente a esta idolatría política, Zagrebelsky plantea la ruta de la democracia crítica , bajo tres premisas:
- una visión realista del pueblo, sin divinizarlo ni demonizarlo, sino reconociendo su capacidad de obrar para mejor.
- una aspiración a convertir al pueblo en sujeto de la política, no en objeto o instrumento.
- una institucionalización social de la política, para superar el umbral de los juicios y prejuicios individuales, dentro de una perspectiva constructiva, de largo alcance.
El autor concluye alertando contra el actual sentimiento generalizado, contrario a la política organizada. Se apela a reiterados referéndums, constantes disoluciones de órganos electivos y sondeos con resultados ampliamente publicitados. La des-institucionalización de la democracia, adulando la sabiduría natural de la gente común, puede desembocar en un resultado autoritario, oculto bajo formas que parecen ultrademocráticas .
Después de todo, Pilatos sometió al voto ciudadano la decisión de crucificar al