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"Los ojos de Julia", película de terror que se atreve a ser más

En Los ojos de Julia, producida por Guillermo del Toro, el director da pistas a lo largo de la película haciendo un uso pulcro y atinado de los detalles.

Publicado: 03.02.2011 - 23:40

El género Terror vive una renovación importante, y las producciones en habla hispana tienen buena parte del crédito, la otra parte la tienen las producciones orientales que incluso superan a los remakes hollywoodenses en un aspecto central: la elegancia al momento de abordar la situación terrorífica, contra la sofisticación de los efectos especiales.

La diferencia es parecida en el terreno actoral: no por nada Hitchcock o Kubrick eran magistrales y podían obtener de los actores la expresión adecuada: ¿o a poco no le parecen más terroríficas las expresiones faciales de un Anthony Perkins en Psicosis o Jack Nocholson en El resplandor, que Samara, la niña semi virtual que sale a rastras de una TV en la película El Aro?

Esta diferencia, que hace grandes a películas como Están entre nosotros, o Sed de sangre pero simplemente entretenidas a El Aro o Agua Turbia, es la que el cine español del género ha preferido seguir en sus películas de terror más reciente, dos de ellas principalmente: El orfanato y Los ojos de Julia, ambas bajo la producción ni más ni menos que del mexicano Guillermo del Toro y con el protagonismo de una actriz probada, Belén Rueda.

Los ojos de Julia, del catalán Guillem Morales, cuenta la historia de Julia (Belén Rueda), una mujer cuya hermana gemela, Sara, muere en condiciones extrañas. Las primeras investigaciones arrojan que ha sido suicidio pero Julia desconfía de esta hipótesis. Por eso decide llevar a cabo su propia investigación con el agravante de que ella padece la misma enfermedad que su hermana de tal manera que de manera acelerada comienza a perder la vista. Antes de que esto suceda busca pistas en los lugares que Sara frecuentaba: un club de invidentes al que ella acudía, noticia que le revela la que al parecer era uno de sus pocas amistades, una anciana vecina también ciega, y un ticket de hotel en el que se hospedó una semana antes de su muerte con un hombre, joven y gris , como lo definirá un mesero de dicho hotel cuando Julia llegue hasta allí siguiendo las pistas acompañada de su marido.

A partir de este momento, la tarea de Julia será descubirir quién es ese hombre del que le han hablado algunas personas, el hombre invisible (así lo nombra un viejo conserje del hotel), presumiblemente novio de Sara. A Julia la intriga el hecho de que si era su novio por qué no dio la cara en su entierro. Las pistas y la ceguera poco a poco llevan a Julia a una situación tan brumosa que desconfía de todo aquel que la rodea, incluso de su marido, situación igualmente turbia para el espectador.

Contando con la misma producción de El orfanato, era de esperarse con Los ojos de Julia una historia contada con mucha inteligencia y con buenas cuotas de sorpresa. El resultado, si bien no es tan brillante y arrollador como el final de El orfanato, lo que de entrada no era una tarea nada sencilla, sí entrega una película mejor cuidada, y tan completa como la anterior.

Los ojos de Julia es, además, una película que no se conforma con pertenecer a un género, es también un thriller, una historia de amor y de mucho suspenso. Nos transporta a un horror que nos habla más de la monstruosidad que ve el interior que de la monstruosidad ajena y exterior. No es una película de fantasmas pero tampoco es una película que sucede al interior de la mente del protagonista o en la que venza el poder de la magia o la metafísica. Por ello es convincente.

El director da pistas a lo largo de la película haciendo un uso pulcro y atinado de los detalles, una estética en donde los claroscuros son indicativos de la mirada de la protagonista y de la turbiedad o claridad de las situaciones.

Hay secuencias logradísimas que de tan sólo contárselas lo moverán a la sala del cinematógrafo: en el inicio de la película, Sara increpa a su verdugo, ciega y aparentemente sola en el sótano de su casa (¿cómo no recordar el lugar donde muere el niño de El orfanato?), parada sobre un banco mientras se pone una soga al cuello y de pronto su acompañante en el sitio da una patada al banco provocando que ella caiga; o cuando Julia acude a los vestidores del club de invidentes y después de husmear y escuchar la conversación de las mujeres desnudas y ciegas (han hablado de su hermana Sara, por eso no las interrumpe) una de ellas les pide que se calle y nota la presencia de Julia con el olfato para luego acorralarla entre todas con movimientos torpes y las carnes húmedas y mayoritariamente flácidas por el vapor.

Los ojos de Julia es una película de terror que se atreve a ser más. Y en ese ser más es donde puede advertirse un significado profundo en el título, porque en Los ojos de Julia se puede mirar el universo, y de este modo la película trata sobre el instante y la muerte, sobre las apariencias y la falsa claridad y, como el relato de la Antigüedad, Edipo Rey, o El Principito, trata sobre la ceguera y sobre la luz que hay en los detalles.