Negociar un Banco Mundial mejor y más grande

WASHINGTON, DC – Somos dos de los 25 miembros del Directorio Ejecutivo del Banco Mundial, que en conjunto representa a 189 países miembros con intereses divergentes. Por lo tanto, además de responsabilizar a la administración, realizamos el difícil acto de equilibrio de generar consenso global en el día a día. Cuando los miembros están de acuerdo, el Banco Mundial es un bien público global (BPM), uno de los pocos lugares donde todos los países pueden esforzarse por encontrar puntos en común.

Pero desde que el Banco lanzó su reciente proceso de reforma a finales de 2022, las divisiones entre el Norte Global y el Sur Global han amenazado con debilitar una organización acostumbrada a la toma de decisiones por consenso. El principal punto de discordia es cómo, dada la escasez de financiación para el desarrollo, el Banco Mundial puede ayudar a los países a erradicar la pobreza, impulsar la prosperidad compartida y proteger a su población y sus bienes naturales de crisis transfronterizas como el cambio climático y las pandemias. Después de todo, no puede haber uno (erradicación de la pobreza y prosperidad compartida) sin el otro (protección de los bienes comunes globales): debe ser todo o nada.

Sin embargo, logramos avances importantes: una nueva visión y misión, un cuadro de mando corporativo rediseñado, 50 mil millones de dólares en nueva capacidad de préstamo, nuevos instrumentos de financiamiento innovadores para recaudar contribuciones adicionales de los donantes, un conjunto de herramientas de crisis ampliado (incluidas cláusulas de deuda resilientes al clima) y un nuevo enfoque para la creación y difusión del conocimiento.

Pero una pregunta central seguía sin respuesta: ¿Debería el Banco utilizar su producto principal –el financiamiento– para empujar a los países hacia inversiones y reformas que proporcionen bienes públicos generales? Por un lado, está muy extendida la inversión insuficiente en bienes públicos básicos, cuya ejecución tiende a ser compleja y costosa. Por ejemplo, los países generalmente no reciben compensación por el carbono almacenado en sus bosques y, por lo tanto, carecen de la voluntad o la capacidad para conservarlos. Y, sin embargo, fomentar esa inversión genera divisiones porque necesariamente desincentiva otros tipos de gasto.

La semana pasada respondimos a esa pregunta aprobando un marco innovador para incentivos financieros. Reconociendo los posibles obstáculos metodológicos, los miembros abordaron la cuestión con cautela, especialmente porque ésta sería la primera vez que el uso de las contribuciones al balance del Banco se limitaría de esta manera.

El Marco permitirá a los donantes que realicen nuevas contribuciones financieras voluntarias al Banco Mundial destinarlas a proyectos que generen externalidades transfronterizas positivas. Fundamentalmente, los fondos estarán reservados para los BPM sólo durante un período definido, después del cual los fondos se agregarán al fondo general de préstamos del Banco Mundial.

La unión en torno a cuatro principios nos ayudó a alcanzar un consenso sobre este nuevo instrumento. En primer lugar, los incentivos financieros son cruciales para aumentar la inversión en BPM. Mientras que los países más pobres tienen acceso a subvenciones y préstamos sin intereses a través de la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial, los países de ingresos medios (la mayoría de los miembros del Banco) se endeudan en condiciones no favorables (aunque a tasas más baratas y con vencimientos más largos que los de capital). los mercados tienden a ofrecer, debido a la calificación crediticia AAA del Banco y al modelo de transmisión de costos).

En los últimos años, los países miembros han utilizado más de un tercio de su financiamiento del Banco Mundial para invertir en proyectos que generan BPM. Pero las iniciativas que benefician a la comunidad global a menudo se pasan por alto en favor de aquellas que satisfacen las necesidades internas. Esto debe cambiar. Si el objetivo es promover inversiones y reformas que tengan efectos transfronterizos positivos, entonces la comunidad global debería asumir al menos parte del costo –por solidaridad, sí, pero también porque es una buena economía.

En segundo lugar, el modelo de financiación del Banco debe actualizarse para fomentar las contribuciones voluntarias. Mientras que las nuevas contribuciones a los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), como el Banco Mundial, han disminuido en la última década, el financiamiento para “fondos verticales” especializados ha aumentado un 95%. Esto sugiere que si bien hay dinero de donantes disponible para los BMD, no fluye a través del sistema de los BMD, a pesar de que los BMD tienen, con diferencia, el modelo financiero más eficiente y la gobernanza más inclusiva. El Banco necesita instrumentos de financiación innovadores que ofrezcan a los donantes una línea de visión más clara entre sus contribuciones y los resultados finales, que es una de las razones por las que los fondos verticales han tenido tanto éxito en la recaudación de dinero.

Al mismo tiempo, el Banco debe conservar su carácter multilateral y proteger la “propiedad” de sus inversiones por parte de los países clientes. El equilibrio entre brindar rendición de cuentas a los donantes y permitir que los países clientes establezcan sus propias estrategias provocó el debate más largo entre la Junta.

Surgió un consenso de que los donantes contribuirán a una plataforma unificada para los BPM gobernados conjuntamente por todos los accionistas, en lugar de destinar sus contribuciones a proyectos específicos, lo que históricamente ha contribuido a la fragmentación y la ineficacia.

actividad. Luego, las asignaciones se realizarán de acuerdo con un marco transparente para definir y medir las externalidades transfronterizas. Con este enfoque, el Banco puede ayudar a abordar desafíos globales urgentes –incluidos el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los riesgos de pandemia, la escasez de agua, la inseguridad alimentaria y el desarrollo digital– manteniendo al mismo tiempo su credibilidad y eficacia.

Por último, la consecución de más BPM debe integrarse con los objetivos más amplios de desarrollo sostenible y erradicación de la pobreza, de modo que se refuercen mutuamente. Después de largas negociaciones, los miembros de la junta decidieron que los fondos no comprometidos y los reflujos de las contribuciones de los donantes destinados a la plataforma GPG volverán al fondo general de préstamos del Banco después del período de compromiso acordado.

Este diseño proporciona a los clientes financiamiento adicional para las necesidades de desarrollo interno y garantiza una rendición de cuentas clara de las inversiones en GPG durante la etapa inicial. Además, un instrumento de este tipo no socavará los llamados a un aumento general de capital, que todavía se necesita con urgencia y sigue siendo la forma financieramente más eficiente, inclusiva y sostenible de recapitalizar el Banco Mundial.

A largo plazo, no hay conflicto entre financiar los bienes públicos generales y erradicar la pobreza; al contrario, si fracasamos en uno, fracasaremos en el otro. Como lo expresó el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, “no podemos soportar otro período de crecimiento cargado de emisiones”. Por eso el Banco, después de haber dado un paso importante para adaptar su modelo financiero a “erradicar la pobreza en un planeta habitable”, debe continuar por el camino de la reforma.

Los autores:

Michael Krake es director ejecutivo del Grupo Banco Mundial para Alemania.

Wempi Saputra es Director Ejecutivo del Grupo del Banco Mundial para el Sudeste Asiático.