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Aleida
La protección de la salud es un derecho humano consagrado en la Constitución. A nadie se le debe negar en función de su capacidad económica o situación laboral.
Rosa llegó a trabajar al Distrito Federal a los 20 años, como tantas otras jóvenes, buscando oportunidades lejos de la pobreza y la marginación de su Oaxaca natal.
Inteligente y vivaz, fue empleada cinco años, construyó un cuarto, juntó sus ahorros y dejó el trabajo para retomar sus estudios, casarse y vivir con su esposo, otro joven oaxaqueño trabajador a destajo en la construcción.
Su hija Aleida nació hace dos años. Pero la alegría de su llegada dio paso a una seria preocupación. En lugar de iris, los ojos de Aleida tenían dos nubes blancas.
El diagnóstico oftálmico no era concluyente. Una especie de cataratas o alguna lesión más severa que podría dejarla ciega.
Como afiliados al Seguro Popular, Aleida fue remitida al Instituto Nacional de Pediatría. El examen de los ojos reveló una presión ocular elevada, causada por un mal funcionamiento renal. Los estudios subsecuentes detectaron un tumor en el riñón que resultó maligno. El peor escenario se concretó al definirse el cuadro como síndrome de WAGR, un raro padecimiento genético.
A Aleida le extirparon el riñón y la sometieron a una serie de radiaciones más quimioterapias. Lleva 20 de un total de 24. El tratamiento es tan severo para un cuerpo tan pequeño que varias veces ha sido hospitalizada por baja total de defensas. Los doctores no daban esperanzas, pero después de la última crisis y tres transfusiones, Aleida comenzó a reaccionar y la dieron de alta. Ahora convalece en casa y el pronóstico mejora. Por lo demás, es una niña normal que brinca y juega. A pesar de la lesión ocular, también ve y distingue incluso objetos pequeños.
Hoy el Seguro Popular tiene 54.5 millones de mexicanos afiliados. Los cánceres infantiles están cubiertos en su totalidad: atención, intervenciones, tratamientos y medicinas.
Esto significa acceso a los mejores especialistas del país, sin importar la condición socioeconómica o laboral de los padres.
De haber tenido que pagar de su bolsillo, este caso habría sido catastrófico incluso para una familia de mayor nivel de ingreso.
En épocas de descrédito generalizado de las instituciones, estas historias son las que recuerdan las funciones imprescindibles de un Estado, restituyen la confianza y recomponen el tejido social.
La protección de la salud es un derecho humano consagrado en la Constitución. A nadie se le puede negar, o condicionar, en función de su capacidad económica o situación laboral.
Twitter: @veronicaortizo